Hace un año me lancé al desafío más emocionante e intenso de mi vida: emprender con Skinology. Todo el mundo me decía que emprender era como una montaña rusa, que los días buenos te llenan de adrenalina y los malos te hacen dudar de todo. También me decían que es un trabajo 24/7, que la cabeza no para ni un segundo. Y, al igual que cuando me convertí en mamá, entendí realmente lo que eso significaba solo cuando ya estaba embarcada en ello.
Hay días en los que las ventas son bajas, las dudas se acumulan y el cansancio pesa. Pero también están esos días en los que las ventas no paran, llega un mensaje de un cliente feliz porque ve resultados, y siento que todo tiene sentido. Esa montaña rusa de emociones es agotadora, sí, pero también increíblemente poderosa.
Una frase que me dijeron cuando decidí dedicarme 100% a Skinology se quedó conmigo: “A veces, los pasos más firmes se dan con las piernas temblando.” Y esos pasos son los que realmente construyen algo grande.
Nada de esto habría sido posible sin las personas que han estado a mi lado: gracias a mis socios Lía y Pablo, por aguantar mis ideas y urgencias; a Jesi, por su dedicación incansable y compromiso inigualable; a mi marido, por ser mi apoyo en los altos y bajos, y por su rol tan importante como coach y mentor. Y, por sobre todo, gracias a nuestros clientes: por apostar en algo que estaba recién naciendo, por confiar en nosotros y por acompañarnos. Especialmente a quienes ya están en etapas avanzadas de su tratamiento: ustedes son el reflejo de lo que soñábamos crear.
Emprender, como la maternidad, es duro, desafiante y lleno de momentos inesperados, pero también es profundamente transformador. Hoy, al celebrar este primer año, siento una mezcla de orgullo, gratitud y energía para seguir creando algo realmente poderoso.
Gracias por ser parte de este viaje. Esto recién comienza.
Con cariño,
Antonia Schlesinger
CEO y Co-Fundadora de Skinology